domingo, 5 de junio de 2011

Signando "Érase una vez" (Espinosa, C. y Blanco, G.)


El artículo está basado en un proyecto de la asignatura de Didáctica de la Lengua y la Literatura, de 1º de Educación Especial. Habla de las dificultades en lectoescritura que presentan los niños con deficiencia auditiva y la necesidad de adaptar los cuentos para iniciarlos en el proceso de lectura.
Entre las causas que provocan esta dificultad, destacan la carencia de conocimientos lingüísticos y deficiencias en los procesos psicológicos. Suelen tener un pensamiento más concreto, por lo que necesitan de nuestra ayuda para lograr un acercamiento a lo abstracto.
El artículo me recuerda a la actividad que estamos realizando en clase, ya que sigue el mismo proceso: detectamos las dificultades en el alumno sordo, adaptamos el cuento y proponemos actividades para facilitar la comprensión del texto.
El artículo me parece bastante pobre, porque aunque propone la adaptación de cuentos incluyendo imágenes y lengua de signos como forma de acercamiento a la palabra escrita, trata el tema de manera superficial, profundizando poco en las estrategias que pueden llevarse a cabo. Por otra parte, el material trabajado en clase ofrece una serie de orientaciones más originales y funcionales que lo expuesto en el presente texto. No he podido acceder a más información, en el artículo se señala un lugar donde consultar adaptaciones de cuentos realizadas por los alumnos que no he podido encontrar.
Un aspecto que me llama la atención es que el proyecto va dirigido a los deficientes auditivos oralistas, “los que usan el lenguaje de signos como apoyo en su vida, pero que quieren y luchan por formar parte de la sociedad a la que pertenecen”, dando a entender que los deficientes auditivos signantes no se esfuerzan por formar parte de la sociedad, algo con lo que estoy en total desacuerdo. Cada uno es libre de elegir la manera en la que quiere comunicarse y relacionarse, y tan válida es una como otra.
Partiendo de la falta de exposición al lenguaje oral, se señalan dos teorías; la primera hace referencia a las dificultades para el conocimiento de la sintaxis y, la segunda, a las dificultades léxicas, fonológicas y morfológicas, debido a la falta de uso continuado. Es obvio que ambas teorías convergen en un punto en común y no es otro que la falta de modelaje en cuanto a las palabras hechas sonidos. Creo que la postura de las profesionales en el artículo es poco ambiciosa, incluso un tanto sectaria, estoy de acuerdo en el establecimiento de clasificaciones para abordar con mayor facilidad el mundo que nos rodea, pero en un proyecto de este tipo no encuentro el sentido a separar al deficiente auditivo en signantes y oralistas. Dentro del artículo, el párrafo que hace referencia a lo dicho anteriormente crea una postura incongruente con el título del mismo: “Signando Érase una vez”.
La distancia entre lenguaje y pensamiento marca el salto de lo concreto a lo abstracto. Quizás este aspecto sea el punto más significativo, más allá incluso de potenciar y reforzar el lenguaje oral en sordos. Queda pendiente esa transición en los sordos signantes, o quizás lo que estas voces silenciosas griten sea la necesidad de estrategias más eficientes, que les haga comprender la relación entre significados y significantes, que nos haga comprender que a veces la dirección no es la correcta. A veces nos esforzamos por encontrar soluciones a sus problemas en un mundo oral y no nos paramos a pensar que quizás las respuestas estén en el silencio.

Mercedes Ortega Belchiz
    

No hay comentarios:

Publicar un comentario